"Vacío de sentido"

«¡No! Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
¡Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber
adormecida…
Merecer la vida no es callar y consentir,
tantas injusticias repetidas…
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir…
¡Honrar la vida!
¡No! Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
¡Honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad,
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical,
más allá del mal, de las caídas…
Es igual que darle a la verdad,
y a nuestra propia libertad
¡La bienvenida!…
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir…
¡Honrar la vida!»

Letra: Eladia Blázquez

_uacct = «UA-3003623-1»;
urchinTracker();


Conjunciones

Tempus fugit, de verdad. Desde la vuelta, se hace más difícil decir aunque ignore por qué. La cuestión es que todo racconto se puebla fácilmente de cosas pasadas pero sin orden ni alternancia lógica; sin necesidad de tener un principio y un final claros. En última instancia, es el mismo lodo todo manoseao. O será que estamos acostumbrados a mirar la vida para atrás, olvidando un poco el regalo del presente.
Aunque, si como dice el filósofo, recordar es conocer, y las conjunciones de momentos ocurridos pueblan el racconto propio, sólo resta señalar que entre el jet-lag, los cuarenta grados de calor madrileño, los avatares laborales y bequísticos y la familiar extrañeza del retorno al adoptado hogar, fueron pasando los días de julio como aquellos nublados y pesados cielos que observaban a los Dubliners de Joyce. En el medio del bocata el no de Cobos, la robótica japonesa, la extracción antediluviana de la muela, Benjamín creciendo, amigos reproduciéndose y Locke y Gadamer. Y como guarnición, algunos encuentros cercanos de tipo no identificado, como la añorada tarjeta de residente, los últimos días en la oficina, la biblioteca cerrada por vacaciones, la terraza pelada, el calor (siempre el calor), el maravilloso concierto de Rubén Blades en el Conde Duque, la resurrección de cada día, el futuro, la añoranza, el recuerdo y la gratitud.

Y como punto de inflexión conjuntiva, los 30 se acercan galopando en el lomo de la elegancia. Habrá que recibirlos con los brazos abiertos (más abiertos porque las articulaciones ceden con el tiempo, viste) y la terraza puesta a punto. Por eso, y como bienvenida a agosto (mes áureo e imperial si los hay) apertrechamos el espacio con una «barbacoa» modelo estanchiquitaquemeentrancuatrochirozosperofelices.com
Predicción: le auguro a esa terraza buenos momentos, mojitos hechos con hierba buena propia, soles y lluvias en partes iguales y compañía de la buena. Que San Ignacio en su día nos ilumine cada vez que miremos para atrás (y las veces que lo hagamos para adelante).

Tempus fugit

Dolor que acecha constante.
Reloj de manos silentes
enmudecido en la oquedad de la noche.
(Han saltado de tu cuadrante las doce horas
para señalarme el fin del sendero de la vida).
Tus ojos se disparan en el aire
por seguir el rastro de lo indecible.
El clavo de tu lecho se retuerce
para oxidarse en los labios del grito.
¡Y finalmente desciendes de lo alto
con el fin de presagiarme el silencio eterno!
Gracias. No te hubieras molestado.
Lo sabría igualmente,
aunque hubieses mantenido la compostura
de tu materia.

_uacct = «UA-3003623-1»;
urchinTracker();


Alquimia de humo

Estamos un poco apocalípticos últimamente, lo reconozco. Buceamos y buceamos en el hondo saco de las razones que acrediten lo contrario y seguimos sin encontrarlas a las muy turras. ¿Será que ya no existen o que se vuelven sombras espectrales ni vivas ni muertas? Quizás sean como las galaxias de la teoría de Hubble. Están tan, tan, tan lejos que ya casi ni existen.
O quizás (y esto tiene una doble cara interesante), alojaron temporalmente sus incorpóreas espectralidades en Buenos Aires. Pensemos: el humo que todo lo cubre, justamente, lo cubre todo. Produce un efecto fantasmal que esconde envidiosamente hasta casi cualquier cosa. Espectros que vienen y van (como las olas de la canción), omisiones peligrosas, verdades falseadas, discursos repetidos, mentiras sobrestimadas, traiciones vestidas de lealtad… en fin. Pensemos la otra cara: el humo también cubre solidaridades, comprensiones mutuas, corajes anónimos, voluntades solitarias, manos amigas, substratos que resisten, codos que no borran lo que escriben con la mano, espíritu común…y más.

Entonces, entre las miles de imágenes que azotaban mi cabeza por segundo microsomado, más el sueño propio del que no sabe entregarse, me dormí. Y soñé que en aquellas partículas rizomadas de humo, en aquellas microesferas de ceniza volátil, había un ingrediente atómico que nadie había sabido descubrir. Tan, tan, tan pequeño como las galaxias hubblelianas que ya casi ni existía. Incoloro, pero tan lleno de luz, que era capaz de transformar las almas porteñas al punto de cegarlas a la primer cara del humo e insuflarlas de la segunda, con todo lo que viene adentro y más. Al punto tal, digo, de lograr que todos termináramos riéndonos de los espectros que salían trepidantes, curados de espanto. ¿Será por eso que la quiero tanto?
No. No me digan nada ni me despierten, che. Me quedo así. Con mi humo, mis espectros y mi apocalipsis, que en definitiva, es fin, comienzo y revelación.

_uacct = «UA-3003623-1»;
urchinTracker();


La vieja humildad

Una cosa por la que lamentarse profundamente es que en medio de un conflicto sólo nos quedemos preocupados por la patota del gobierno. Que sólo miremos el porcentaje de retenciones. Que sólo estemos atentos a los efectos de superficie de un debate sobre la justicia y sus fronteras. De este modo, el debate queda marginado a cuestiones técnicas o de orgullo, cuando ni siquiera las formas son respetadas.
Pregunta: tú simple mortal ¿no crees que si el debate hubiera pasado por el congreso de la Nación se hubiera por lo menos evitado, amortiguado y resuelto el conflicto con la famosa legitimidad que tanto le preocupa a nuestra reina? A veces damos la sensación de no habernos dado cuenta del retorceso que hicimos, que nos llevó a edades primitivas. Y tenemos que, una vez más, como gallardos caballeros solicitarle al rey que extienda unas cartas de privilegios al pueblo y soñar con algún día conquistar instituciones que nos permitan ser iguales y libres. (Continúa en Leer Más)

A su vez, pareciera que el conflicto fuera sólo del gobierno. Que fuese mentira que la equidad sea la causa formal del Estado. Que la «vida buena» esté relegada a indicadores macro económicos y que la dignidad de cada individuo esté ahogada en cifras del INDEC. Nos quedamos en la intución de que el campo es un sólo individuo descendiente de una misma y sola genética. Que mientras nos inutilizan el país plantando soja tengamos que quedarnos de manos cruzadas.

Es lamentable que los sectores en conflicto con el gobierno descrean igualmente de la democracia, siendo cómplices de estas teatrales instituciones y pretendan dialogar en un cuartucho de la Casa Rosada, reemplazando el debate democrático por la charla. Para ponerlo en clarito: reemplazar las urnas por los sobres.

Señoras y señores: hay un congreso!! Nos lo ganamos!! Tuvimos una guerra de independencia y una guerra civil que se prolongaron por casi 70 años para ponernos de acuerdo en una constitución que garantice que las voces del interior y las de todo el pueblo argentino sean escuchadas en un foro democrático e institucional. Recordemos que, para llegar a donde estamos no murieron tan solo 30.000 sino que miles de hermanos dejaron su vida en 200 años de historia. Pero ahora, con la sucesión dinástica (vieron que era cierto, y ahora crean esto también: en el 2011 vuelve Néstor), volvimos a la época del virreynato.

No sólo porque el gobierno funcione de plumazo en plumazo, sino también porque nosotros dejamos de creer en que las cosas pueden ser de otra manera y reclamamos porcentajes en lugar de libertades y derechos. Cada vez se ve con mayor claridad que si no volvemos a creer en las utopías estamos perdidos. Termina, en el arrojo de una demoledora descripción de nuestras peleas de pacotilla:

La vieja humildad era una espuela que impedía al hombre detenerse; no un clavo en su zapato que le impedía proseguir. Porque la vieja humildad hacía que el hombre dudara de su esfuerzo, lo cual lo conducía a trabajar más duro. Pero la nueva humildad hace que el hombre dude de su meta, lo cual lo conduce a cesar su esfuerzo por completo.

A la bandera le dice juguete y luego increpa a los opresores de Polonia o de Irlanda porque les han quitado su juguete. El hombre de esta escuela, primero va al meeting político donde se queja de que a los salvajes se les trata como a bestias; y luego toma el sombrero y el paraguas y se va a un meeting científico en el que prueba que los salvajes son verdaderamente bestias. Abreviando, el revolucionario moderno, siendo infinitamente escéptico, siempre está ocupado en minar sus propias minas.

(no pongo la cita para dejar volar libremente su imaginación)

_uacct = «UA-3003623-1»;
urchinTracker();


Cree sólo en sí mismo

Atemperemos los ánimos…el pluralismo postmoderno no es tan malo si lo pensamos…
Dejemos hablar a los que saben…

Entonces, cuando en torno al hombre el mundo se haya oscurecido como una mentira, cuando los amigos se desvanezcan en espíritus y vacilen los cimientos de la tierra; entonces, cuando no creyendo en nada y en nadie el hombre se encuentre a solas en su pesadilla, entonces el gran lema individualista se trazará sobre él como una ironía vengadora. Las estrellas apenas serán puntos en la oscuridad de su propio cerebro; el rostro de la madre sólo será un ensayo de su lápiz loco en las paredes del calabozo. Pero sobre la puerta de su celda se habrá escrito con horrible verdad: «Cree sólo en sí mismo.»*

*G. K. Chesterton. Ortodoxia.

_uacct = «UA-3003623-1»;
urchinTracker();